martes, 6 de febrero de 2018

Carnaval y literatura

El origen de la palabra carnaval procede del italiano carnevale, que viene, a su vez, del sintagma latino carne levare (retirar la carne).
El término carnaval se impuso en el Renacimiento por el prestigio que cobró el carnaval italiano. Es un concepto íntimamente ligado al de Cuaresma, a su vez procedente del latín cuadragésima, en alusión a los cuarenta días que transcurren desde su inicio hasta Pascua de Resurrección.

Carnaval. Joaquín Torres García

Sin embargo, el origen de la fiesta parece remontarse a antiguas civilizaciones como sumerios o egipcios. También está relacionada con las saturnales que los romanos celebraban en honor al dios Saturno.

La literatura también ha sabido reflejar el germen y esencia de esta festividad en diversas obras, una de las más antiguas es la batalla de don Carnal y doña Cuaresma incluída en el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita. En el siglo XIX, Bécquer escribía un artículo de opinión titulado El Carnaval y Larra, a su vez, hacía lo mismo en su Todo el año es Carnaval, ambos de tono crítico y mordaz y de la misma época que El Martes de Carnaval y el Miércoles de Ceniza de Mesonero Romanos, de tono más costumbrista pero también ambientado en Madrid.
Este también dio título a una de las trilogías de Valle Inclán, Martes de Carnaval, a pesar de no tener relación con la festividad en sí.

Este es un poema de Rubén Darío de su obra Prosas profanas y otros poemas (1896)

Canción de Carnaval

Musa, la máscara apresta,
ensaya un aire jovial
y goza y ríe en la fiesta
del Carnaval.

Ríe en la danza que gira,
muestra la pierna rosada,
y suene, como una lira,
tu carcajada.

Para volar más ligera
ponte dos hojas de rosa,
como hace tu compañera
la mariposa.

Y que en tu boca risueña,
que se une al alegre coro,
deje la abeja porteña
su miel de oro.

Únete a la mascarada,
y mientras muequea un clown
con la faz pintarrajeada
como Frank Brown;

mientras Arlequín revela
que al prisma sus tintes roba
y aparece Pulchinela
con su joroba,

di a Colombina la bella
lo que de ella pienso yo,
y descorcha una botella
para Pierrot.

Que él te cuente cómo rima
sus amores con la Luna
y te haga un poema en una
pantomima.

Da al aire la serenata,
toca el auro bandolín,
lleva un látigo de plata
para el spleen.

Sé lírica y sé bizarra;
con la cítara sé griega;
o gaucha, con la guitarra
de Santos Vega.

Mueve tu espléndido torso
por las calles pintorescas,
y juega y adorna el Corso
con rosas frescas.

De perlas riega un tesoro
de Andrade en el regio nido,
y en la hopalanda de Guido,
polvo de oro.

Penas y duelos olvida,
canta deleites y amores;
busca la flor de las flores
por Florida:

Con la armonía te encantas
de las rimas de cristal,
y deshojas a sus plantas,
un madrigal.

Piruetea, baila, inspira
versos locos y joviales;
celebre la alegre lira
los carnavales.

Sus gritos y sus canciones,
sus comparsas y sus trajes,
sus perlas, tintes y encajes
y pompones.

Y lleve la rauda brisa,
sonora, argentina, fresca,
¡la victoria de tu risa
funambulesca!

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