El término carnaval se impuso en el Renacimiento por el prestigio que cobró el carnaval italiano. Es un concepto íntimamente ligado al de Cuaresma, a su vez procedente del latín cuadragésima, en alusión a los cuarenta días que transcurren desde su inicio hasta Pascua de Resurrección.
Carnaval. Joaquín Torres García |
Sin embargo, el origen de la fiesta parece remontarse a antiguas civilizaciones como sumerios o egipcios. También está relacionada con las saturnales que los romanos celebraban en honor al dios Saturno.
La literatura también ha sabido reflejar el germen y esencia de esta festividad en diversas obras, una de las más antiguas es la batalla de don Carnal y doña Cuaresma incluída en el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita. En el siglo XIX, Bécquer escribía un artículo de opinión titulado El Carnaval y Larra, a su vez, hacía lo mismo en su Todo el año es Carnaval, ambos de tono crítico y mordaz y de la misma época que El Martes de Carnaval y el Miércoles de Ceniza de Mesonero Romanos, de tono más costumbrista pero también ambientado en Madrid.
Este también dio título a una de las trilogías de Valle Inclán, Martes de Carnaval, a pesar de no tener relación con la festividad en sí.
Este es un poema de Rubén Darío de su obra Prosas profanas y otros poemas (1896)
Canción de Carnaval
Musa, la máscara apresta,
ensaya un aire jovial
y goza y ríe en la fiesta
del Carnaval.
Ríe en la danza que gira,
muestra la pierna rosada,
y suene, como una lira,
tu carcajada.
Para volar más ligera
ponte dos hojas de rosa,
como hace tu compañera
la mariposa.
Y que en tu boca risueña,
que se une al alegre coro,
deje la abeja porteña
su miel de oro.
Únete a la mascarada,
y mientras muequea un clown
con la faz pintarrajeada
como Frank Brown;
mientras Arlequín revela
que al prisma sus tintes roba
y aparece Pulchinela
con su joroba,
di a Colombina la bella
lo que de ella pienso yo,
y descorcha una botella
para Pierrot.
Que él te cuente cómo rima
sus amores con la Luna
y te haga un poema en una
pantomima.
Da al aire la serenata,
toca el auro bandolín,
lleva un látigo de plata
para el spleen.
Sé lírica y sé bizarra;
con la cítara sé griega;
o gaucha, con la guitarra
de Santos Vega.
Mueve tu espléndido torso
por las calles pintorescas,
y juega y adorna el Corso
con rosas frescas.
De perlas riega un tesoro
de Andrade en el regio nido,
y en la hopalanda de Guido,
polvo de oro.
Penas y duelos olvida,
canta deleites y amores;
busca la flor de las flores
por Florida:
Con la armonía te encantas
de las rimas de cristal,
y deshojas a sus plantas,
un madrigal.
Piruetea, baila, inspira
versos locos y joviales;
celebre la alegre lira
los carnavales.
Sus gritos y sus canciones,
sus comparsas y sus trajes,
sus perlas, tintes y encajes
y pompones.
Y lleve la rauda brisa,
sonora, argentina, fresca,
¡la victoria de tu risa
funambulesca!
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